jueves, febrero 02, 2006

EL DIA EN QUE LA PEPI y EL PACO...

EL DIA EN QUE LA PEPI Y EL PACO TUVIERON PICHONES
Habíamos llagado a la nueva casa, en el centro de la ciudad, y comenzamos a ubicarnos, también lo habíamos llevado al Mack, de quien ya he escrito como llego a estar con nosotros, y a una integrante mas de la familia, esta era una cotorrita de esas que le dicen "catita", bueno, esta nada mas que se llamaba "PEPI".
No hacia mucho que la teníamos, ahora bien, ya se había acostumbrado a todos los integrantes, incluyendo a Mack, a quien, se atrevía a decirle, mientras este estaba echado en el piso, las mismas palabras que usábamos para darle una orden. A así que escuchábamos que con todas las letras le decía a este: "QUIETO MACK...!", y por supuesto, este, se quedaba quieto, mientras ella, le cortaba los bigotes, o bien le mordía una de las orejas.
Al poco tiempo, conseguimos tener un machito, a quien lo llamamos "PACO", nos dimos cuenta que era macho porque un amigo nuestro Veterinario, KUKI, nos dio su parecer, y así fue. De tal manera que, era uno para el otro, se suspendieron los gritos a media siesta, los gritos desaforados de ella, los gritos cuando no la agarraba para acariciarla, los mordiscones con que denotaba que estaba enojada, pero, cuando llego el "PACO", todo esto se cambio, por unos soniditos como con cuidado un cuchicheo.
Es así que fue pasando el tiempo y con este, también llego el tiempo de la procreación para estos, tenían una pequeña habitación que la habían hecho entre los dos, cuya base era una jaulita metálica, la que usaba ella, puesta en uno de esos porta canastos para fruterías metálicos, pues, allí, habían hecho una especie de continuación de la jaula y usaron para hacer su nido, este consistía en todo lo que encontraran de pasto, metal, plásticos, telas, madera etc. tan es así que un día, descubro que me faltaba mi pequeño destornillador buscapolo, luego mi hija, descubre que le falta su pincita para cejas, mi señora, que le faltan cucharillas, en estas se les traían los pancitos mojados en café o te, no tomaba cocido...! totalmente ciudadana...!.
Esta casita estaba construida SOLIDAMENTE... además, quien metía la mano adentro, se encontraba con el picotazo de PACO, gran defensor de su hogar, o bien, no podíamos sacarla porque habían puesto las cosas afiladas, de tal manera de que uno metía las manos, pero, no la sacaba sin lastimarse. Lo que se llama instinto.
Bien, así fueron pasando los días, hasta que, en uno de estos, y habiendo en mi negocio bastante personas, las que estaban mirando productos, así, en el comienzo de una de las vigas metálicas del techo, los dos a los gritos, informando a todos los que desearan escuchar y mirar, de gran fiesta. gran...!. Y... el amor hecho realidad... pero a los gritos...! nada de hacerlo en el anonimato... NOOO...! que todos vean que nos queremos... habrán dicho... luego de varios minutos, y risas de mis clientes, y mi acalorada cara de vergüenza, estos así como comenzaron se bajaron y como si nada hubiera pasado, a su hábitat.
Uno de esos días en que me suelo levantar mas tarde, los domingos, y recorrer la casa, me encuentro que en el espacio que hacia de deposito, en donde teníamos depositadas docenas de escobas, maderas, sillas, etc. en el piso, una cantidad de palitos de escobas, que iban de estas hacia un lugar cerca de la casita de estas cositas verdes, yo las llamaba extraterrestres, por el color que generalmente tienen. Además, cuchicheando entre ellas, las veo caminando hacia la parva de escobas, veo como el PACO, se sube parloteando en su idioma, y a ella que espera abajo, este, el PACO, arrancando los palitos de paja de escobas, y tirarlos para que ella los recibiera, ella, lo controlaba y si era de su agrado, lo llevaba a su jaula, unos 15 metros de allí.
Era un trabajo en conjunto. Increíble, quede unos minutos mirando trabajar y mi enojo se trastoco en sonrisa, ya que me di cuenta de que estaban haciendo su futuro nidito.
Paso el tiempo, y nos dimos cuenta que tanto el como ella, no salían de adentro de su nido, cuando pudimos mirar hacia adentro de este, descubrimos que tenían cinco huevitos, es así que nos dedicamos a munirnos de toda la información que pudiéramos sobre el tema y cada uno de nosotros aportaba lo que hubiera recopilado.
"Dice fulano que le demos vitaminas entreverada con agua...", dice la Sra. del Dr. fulano que el dejo dicho que le diéramos tal producto... ese producto se compraba... Dice Ña Cande... que era la curandera del barrio, que le demos tal cosa... eso tratábamos de conseguir para mejor atención de ellos.
Así pasaron los días, y en uno de estos, no solamente escuchábamos los gritos de el y ella, sino que muy adentro de su nido, un cuchicheo de otros animalejos...
Así descubrimos que tuvieron cinco pichones, con sus bocas abiertas, sus grandes ojos cerrados, peladitos, con plumitas que apenas asomabas en sus cuerpitos, tan, pero tan indefensos parecían, que daba miedo mirarlos...
Al cabo de treinta días, estos ya estaban fuertes y se asomaban a la puerta de su casita, los padres, ambos, se morían por conseguirles gusanitos, pedacitos de comiditas dejada por Mack, lombrices que yo les sacaba y le ponía en un platillo, nada les alcanzaba, mañana y tarde era un continua piar, o mas que nada gritar...
Las plumas ya cubrían casi todo sus cuerpitos, y aun así, no salían de adentro de su nido, pero al poco tiempo, comenzaron a trepar sobre este, agarrados con sus piquitos y patitas, se encaramaban sobre su nido, y desde allí exigían a sus padres a que les traigan su alimento.
Igual a todos los hijos. Estos, además agitando sus alitas, como diciendo, apúrense...! tengo hambre...!
Fue pasando el tiempo, y llego el momento en que ya no cabian mas en su nido, y viendo que diariamente las peleas arreciaban, empezamos a pensar en ayudar a sus padres, con el dolor de estos, y fuimos regalando a nuestros amigos.
Así fue que nuevamente, los dos solos, la PEPI y PACO. Nuevamente a sentirlos gritar, nuevamente a verlos buscar cositas en el piso, nuevamente verlos caminar juntos, pero... si pero... un ida, no escuchamos los consabidos gritos de el, y si... así era, PACO no estaba en su nido... solamente se oía el llamado de ella, un grito raro, un grito como de pedido de ayuda, un grito que nunca habíamos conocido...
Pasaron los idas, sin PACO, ella se negaba a comer, entrar a su nido, y/o hacer lo que siempre hacia, hasta que una mañana, al levantarme y no sentirla, me acerque a su nidito, allí en el fondo de este, estaba ella, las hormigas ya habían comenzado a hacer su trabajo.
Se me anudo la garganta al levantar ese cuerpito inerte y frio, fue un gusto amargo en la boca, un tragar constante de saliva, ojos que se me llenaron de gotitas, que me hacían difícil la visión, en eso llego mi Sra., a quien también vi como se le enrojecían los suyos, pero... si... le hice un lugar en una gran plantera, en donde ella y el escarbaban buscando gusanitos, y allí la deposite...
Aun hoy, al escuchar el grito de alguna de esas cotorritas, que pasan volando usando el cielo, los recuerdo a quienes nos dieron la posibilidad de conocer de cerca la vida de un pajarito.
Gracias PEPI y PACO. Hoy los recuerdo y para siempre. GRACIAS

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